Todo sentimiento es poético, no todo poema es sentimental.

Hay que romper un poco con esa idea de formalizar los sentimientos.
Las palabras tienen la característica de ser impersonales, de hecho son artificiales. No soy cuidador de palabras, ni amante de ellas.
Por eso, cuaquier palabra que sea creada y movida por el sentimiento, es personal, chevere y verdadera.
Mientras se escriba con la pretensión de ejecutar un oficio, la palabra deja de tener entrañas.
No por eso se puede justificar la falta de seriedad en el expresar de la palabra, así sea dejada sobre un pedazo de servilleta.

Y los que se digan poetas son unos pendejos... No hay poetas, sólo poesía.

Todos, hacemos poesía.

jueves, 8 de julio de 2010

Padre amigo

(No es que seas lo más importante en la vida, eres mi padre y eso basta. Y como una parte de un círculo, que eso eres, una parte, un círculo sin una parte, ya no es círculo.)

Parte mía, guardada
Que desde hace mucho
Crece poderosamente
Como semilla sembrada
En la tierra con calor
En agonía.

Éstas, son tus manos
Sus dedos débiles:
Que fuerza, que violencia
Cuando en su espanto
Se forjan como piedra
Y pelean con fantasmas
Que al choque mudo
Se revientan.

Para hablar de ti
Hay que quedarse callado
Cerrar los ojos
Hasta volverse ciego.

Para juzgarte,
Si se vuelve mi deseo
Empezaría por simplezas:
Entendería satán o
Amaría al nazareno.

No te pongas triste
No es fácil ser padre
Ni tampoco ser humano
Andar en rumbos desconocidos
Ahogarse con el propio aliento
Vivir simplemente
Ser ejemplo,
Nada es fácil.

Llorando a oscuras
Nos preguntamos
Dónde está el mal
Cuál es su naturaleza,
Ni tu ni yo ni nadie
Obtuvo respuesta
Y recorrimos el cielo
El mar entero
Como locos sedientos
Sin alma ni consuelo.

Somos de Marte
Pero fingimos
Y habitamos la tierra.

Y engañando tanto
Resultamos engañados
Que caras las mentiras
Resistimos asustados.

Compañero padre
Estaciones del año
Caleidoscopio
Casa de hormigas
Parque de cri-cri
Rueda
Círculo
Piedra
Soy tu fuerza
Tu recuerdo
Que preservas.

Padre
Amigo
Canto espejo
Eres para mí
Un héroe vivo
Que pelea la batalla
La más grande y honesta
La de sí mismo.

sábado, 15 de mayo de 2010

Otro presagio funesto

Ha comenzado a llover
Oscurece tristemente
Yo no estoy preparado
Algo va a suceder.

Ya es de noche
Pero aun es día
Las calles comienzan a gritar
El barrio esta chillando
¡Mataron a la niña¡
Que nadie por hoy ría
Que no se espantan las mamas
Que los padres no saquen machetes,
Los pañuelos séquense de lágrimas
Séquese el día
Mosca, trasformación, vida.

La tierra absorbió su alma
Se alimentaba de su último aliento
Dócilmente la jalaba
Mientras tres la violaban

Y como oscurece la vela
Se esfumó su ser de esta faz
Su espíritu quedó colgando
En el monte ya no hay hadas
Solo el ataúd de silencio de piedra
Piquetes de pájaros oscuros
Ojos de cemento
El mundo ya no pesa.

Que apresen a todo mundo
Que nos siembren
Que enraicemos,
Nos perdemos.

Un aliento de la niña
Es mi aliento,
Un trozo de esa tierra
Es mi muerte,
Algo de locura
De esos hombres
Es mi razón.

Que enraicemos de nuevo
Para perdonarnos.

martes, 11 de mayo de 2010

Cuento triste en primera persona

Hubo quienes me dijeron -ten cuidado ¡no queremos tener problemas contigo! porque a la chaparrita ya la vimos con otro-. Yo les respondí, instantaneamente como reacciona el corazón, que no se preocuparan, que yo no soy de los que actuan con escandalo; yo actuo silenciosamente, con dolor en el alma. Entonces la seguí amando.

abril/09

domingo, 2 de mayo de 2010

Aguardo antes de irme

Voy a ponerme a hacer un poema
Antes de irme,
A decirme algo para convencerme,
Prometo
No excusarme ni arrepentirme.

Voy a decir tantas cosas
Que al cuarto no le quepa nada más
Para que no sienta que es sobrevivencia,
Que esta se vuelva una dulce penitencia.

Voy a inundar de lágrimas mis pestañas
A hacerme amigo de mis mejillas
A clonarme en lejanas alteridades
Para burlarme de la escuela y sus responsabilidades.

Voy a transformarme en grillo o gato
Y a hablarle a los fantasmas que pasan
Y después de un buen rato
Mistificaré el silencio
Hallaré no una, sino tantas realidades.

Tan simple

El ser humano es versátil, se adapta a cualquier lugar. En cambio, yo soy como una flor, sólo enraízo en un tipo de lugar, a un clima específico y con cierto cuidado. No nací con alas, ni soy ornamento de mostrador, soy simple, y como simple, he crecido en la virginidad alumbradora de la tierra, con el viento de los cerros centinelas y con la luz del sol hecha barrio y sombra.

jueves, 8 de abril de 2010

La placa

Hoy me ha quedado claro, sólo para mí, que no todo acto, no todo suceso que es poético es hermoso. Hoy me ha quedado claro que a veces cuando escribo, me alejo tanto del mundo que suelo equivocarme. El hecho de escribir no siempre es un reencuentro con la vida, a veces se vuelve un alejamiento de todo, un ensimismamiento de uno, un rechazo absurdo de la realidad. Entonces ya no me gusta la idea de seguir escribiendo, pero escribo. No me gusta la idea de escribir, no tengo ni las ganas de hacerlo, es tarde, estoy cansado, pero escribir a veces, como ahora solamente, se vuelve una necesidad. Y por necesidad se mueven el mundo y las hormigas. Hoy mi prima me ha dicho: -hoy quiero hacer otro correo, ya no me gusta el que tengo-, yo pienso que lo debería de hacer, es su gusto. También pienso que la energía que más se siente es la qué más se ve, y la que menos se siente menos se ve y por ella debemos tener fe.
Sigo pensando que toda actividad domestica es poética. También sigo empecinado en que toda acción de albañilería es igualmenete poética. De hecho pienso que hasta esa forma ansiosa de jugar con las manos una moneda, es tan poética como cuando veo a alguien lavar un carro o a otro pintar o a un niño hacer un dibujo. En fin, miro que todo acto es poético, lo veo, lo puedo sentir. La diferencia es, que no todo acto poético es hermoso. Supe, por una casualidad, que unos jóvenes chilenos hace algún tiempo hacían actos poéticos para alimentar su reportorio de experiencias poéticas. Creo que sí hay la necesidad de practicar tales cosas, sólo cuando quieres que te queden bien grabadas, bien cimentadas en tu experiencia. Es decir, no hay tanta necesidad de escribir un poema para hacer poesía, pues es la poesía la que antecede al poema, y con eso a la escritura misma. La teoría que hago ahora mismo, es poco importante, pues qué importa cuando antes de escribir ya había surgido el sentimiento. A veces escribo para trasmitir un sentimiento, para sacarlo de esto que es mi cuerpo, para conocerlo también, pero siempre en ese trayecto de su espontaneidad a su llegada en letras ha perdido tanto sentido. Por eso cuando se quieren decir tantas cosas es mejor darse un beso. Por eso mi padre para mi madre fue el que hizo más que lo que dijo, y en eso le estoy profundamente agradecido a mi madre.
Entonces decía, que no todo acto poético es hermoso. Y lo digo porque hace un momento he salido a la “placa” –un cruce de algunas calles donde pasan las rutas de los camiones y donde están la mayoría de los negociosos de este barrio-, y he visto a alguien llegar en su moto, sacar no sé que cosa de su bolsa y dársela a una muchacha. En esa misma esquina, esta la tienda donde estoy comprando. Yo estoy antes; primero están algunos muchachos, de edad al parecer, menores que yo, comprando no sé que cosas. Después de que llega "el de la moto", se le acercan, le hacen bulla, le piden yerba, o quizás crac, o tal vez coca, o qué sé yo, le piden esas cosas porque buscan en el fondo otras, no lo sé. Nadie es bueno ni malo, sólo heredamos un mundo ya con un movimiento. Antes, el barrio era distinto, las calles cambiaron, las banquetas y las calles se han vestido de almidón de cemento. El barrio cambió. Los que aún lo habitan heredan el ritmo de la cantina “el taliban”, compran algo que eleve, que tranquilice, que emocione, que encienda o que haga olvidar muy rápido. Antes yo era esos que delante de mí, en la tienda, compran. Nos pareciamos sólo en que desprendemos del mismo barrio y somos humanos. Antes mis amigos y yo éramos esos, pero teníamos otro ritmo, pues nosotros habíamos creado “la sociedad del garrote”, que se armaba de todos sus integrantes cuando nuestras madres estaban demasiado buenas para dejarnos quedar hasta tarde en la calle. Nuestro ritmo era distinto y fue hace tan poco. La forma de hacer poesía ahora en la “placa” es muy distinta, tan distinta que ni siquiera saben que la hacen. No soy catador de experiencias ajenas, ni trasformador social, sólo no me gusta esta manera nocturna en como el barrio se mueve, como se ha trasformado. Prefiero la mía y la de mis amigos que ya se han ido de aquí. Con ellos hice tanta poesía sin saberlo. Poesía de agua y de luna, de risa nocturna y viajera.

sábado, 27 de marzo de 2010

El barrio y su risa

Se miraban fijos unos a otros como sorprendidos de lo que estaba pasando. Era la tarde sí, pero a punto estaba de oscurecer. Desde el cuarto, la mayoría de los días, a esas horas se solía escuchar música de tambores, de sonajas y demás instrumentos raros, que a su vez la gente que habitaba las demás casas no comprendían, pero que igualmente sentían una sensación de desconocimiento melódico. Sin embargo, esa tarde fue distinto, los vecinos y demás extraños estaban desconcertados. Comenzó a escucharse la música como la de los demás días, pero cada vez se hacia más intensa; comenzaban entonces a resonar las paredes ante el estruendo de tambores. Aquellos mormullos de cantos de personas se hicieron tan reales, como si atrás de los ladrillos hubiera tantas personas entonando gritos melodiosos. El ritmo era cada vez más candente, ese mismo ritmo que ardía como fuego. Los transeúntes que distraídos pasaban por la calle, sorprendidos, miraban hacia ella, como si sus ojos quisieran también escuchar lo que desde dentro se oía. Comenzó a juntarse la bola, pero a la vez nadie se atrevía a tocar la puerta. En el hogar de al lado, que por cierto, era de una familia numerosa, al principio del ruido no sintió ninguna sospecha, sólo fue que tomaron en cuenta lo que pasaba, cuando la intensidad del sonido comenzaba a ser tan fuerte que ya no podían hablarse normalmente y en vez de ello tenían que gritar para la comunicación cotidiana. En la misma casa había mayores y pequeños, los mayores no hacían más que voltearse a ver los rostros, con una especie de querer tomar las riendas del momento, empero, tan realista era la música, que sentían un leve y misterioso miedo con una extraña incredulidad. El personaje que vivía desde hace un tiempo ahí, era un inquilino de al parecer unos veinticinco años, tranquilo y por momentos demasiado distraído y abstraído en asuntos que se le veía seriamente pensar. No obstante, aún la personalidad tan marcada del hombre, que daba una sensación de rareza, siempre se podía hablar con él, pues para la sorpresa de tantos era demasiado accesible, demasiado amigo de desconocidos. Los de la casa de junto, ya muy inquietos, quisieron irle a tocar y pedirle que le bajara a su música o que le dijera a los integrantes del grupo que había en casa que no tocara tan fuerte. A mi me contaron esa historia, y quien me la contó, a la hora de relatarme la desesperación de los vecinos, decía que a punto de la histeria colectiva, apunto de ello, comenzaron a escuchar. En esta parte es donde yo me detengo, donde me sorprendo al recordar la expresión del rostro de la persona que me ha contado todo. En sus ojos había algo que brillaba, como cuando le brillan los ojos a una persona que dice amar. Le brillaban los ojos, pero no lloraba. Y sin reírse, se dibujaba un contorno más extenso con sus labios estirados, como si a punto de la carcajada se arrepintiera, y mejor decidiera quedarse en ese letargo de placer. Cuando relataba aquello, cuando me explicaba la música, no podía hilar bien las frases, a penas podía sacarlas de su boca. Todo eso, toda esa sensación que se expandió y que me tocó, me hace imaginar la música. Dice que era de tambores, y que eran tantos y de tantos tonos, que parecía un piano y no tambores lo que se escuchaba. También se escuchaban sonajas, que podían arrullar hasta un toro y hacerlo dormir hasta pararle el corazón. Pero lo más impresionante, lo más increíble, eran las voces, los cantos hechos murmullos angelicales. Se escuchaban murmullos de niños, murmullos suaves, y se escuchaban murmullos de adultos. Las voces daban la sensación de estar escuchando colores, más que voces. Por eso mismo, cuando los vecinos sintieron la desesperación y las ganas de ir a pedir que se callara, se contuvieron silenciosamente, y dejaron que cada uno, sin palabras, sintiera lo que ahí pasaba. No sólo los vecinos, sino la gente de la calle quitaron esa cara de asombro y comenzaron a escuchar, a disfrutar la música. Yo rememoro en mis cavilaciones aquella zona en aquellos tiempos, y no puedo decir que fuera de grandes bailadores, más bien la gente de ahí era gente común, que se le veía ir y venir con el transito de la ciudad. No había nada de especial en ese barrio. Y mientras tanto, dentro de la casa, sonaba la música, no paraba, con más ritmo cada vez, con una especie de redobles de tambor que hacían mover los pies de la gente: tum tum tum tum, tum! Y seguía sonando. Dicen que esa tarde fue la locura, que los niños de pronto comenzaron a bailar, y los mayores, inundados por una especie de felicidad evocadora, comenzaron también a bailar. Aquel ritmo cadencioso y mágico envicio el barrio, lo alejó aunque sea por unos momentos de su prejuicio, lo arrastró hacia no sé qué lugar lejos de la exigencia que da nuestra propia naturaleza artificial. Por un momento, todos bailaban; los que estaban descansando descansaron de pie, moviendo los pies; las mujeres movían sus caderas; era el momento de inventar pasos que renombrara el ritmo; era el instante que nadie, absolutamente nadie se ocupaba del reloj, o de lo que tenía que hacer; la gente comenzó a ser el mismo momento. Todos eran lo mismo -todos somos lo mismo-, como agua y piedras, como madera, como grillos en forma de una alargada estela. Los más viejos, aprovecharon el ritmo como ellos sólo lo saben hacer y también lo hicieron suyo. Una pareja de ancianos que desde hace ya mucho tiempo se habían quedado solos y que sólo se les veía sentados mirando el televisor, estaban afuera de casa, al otro lado de la calle: la doña tomaba de la mano a su esposo que sumido en su silla de ruedas reía con el crisol de luz que la luna arrojaba ya sobre sus cuerpos, mientras que la señora con los pies en el mismo lugar movía lentamente las caderas, como desempolvándolas, como si las hiciera recordar viejos tiempos, y las caderas poco a poco fueran recordando con su leve movimiento. Ella miró profundamente a su pareja, como miran los ambivalentes de corazón y le dijo “ay, te acuerdas”. Los niños pegaban saltos por doquier, se reían a carcajadas, y de pronto como si un chinampín explotara a sus espaldas, salían corriendo hacia otro lado solo para regresar al mismo. Los movimientos eran tan graciosos, y todo aquel relajo tenía tan poco sentido, porque no había necesidad de que lo tuviera -y son pocos los sentidos que hay en realidad y que bueno que así sea-, que todos se olvidaban del mañana. Todo se movía con el movimiento, todos tenían la capacidad de ansiar piñatas como cuando niños, todos eran como niños, el barrio dejo de ser el mismo para siempre y se olvidó de su asfalto, de su memoria de plomo, de su coraza de tiempo. La música paró de repente, entre tres o cuatro toquidos de tambor, ¡tacataca pum tacataca pum!, se escucho y paró, y todos reían, todos animados seguían; se había incrustado en sus corazones -que no es lo mismo que decir mente, cerebro o psique- algo que los hizo más simples, algo que les quito menos peso por el resto de sus vidas. Entonces, cada uno, cada dos o tres al mismo tiempo recuperaban la idea del mundo, cada uno recuperaba la exigencia de la duda, unos ya tenían hambre y otros adquirieron el veloz tiempo: todos hablaban y festejaban. Comenzaban a llenar de palabras lo ocurrido, pero sólo hubo uno de los de afuera que se atrevió por fin a tocar la puerta. De adentro se escucho la voz del joven que grito: ¡Aquí no hay nadie, sólo estoy bailando con ustedes! Entonces hubo otra persona más, que respondió: “¡Quién toca ahí adentro, invítanos a pasar! Finiquitó diciendo: “Ya les dije que sólo están ustedes, la música es de ustedes y ya están dentro”.

domingo, 14 de marzo de 2010

Hablemos de mama

(Este poema tiene un significado muy especial, tan especial, que antes de ser escrito, ya estaba. Especial por su brillo propio, pero, cómo puede brillar si ni siquiera alumbra. Alumbra no por sus letras, sino que me hace brillar, me remueve y me hace sentirlo, sin aún escribirlo.)

Alumbradora
Polvo cegador
Luna llena
Que resplandece
Y siempre sueña.

Te quiero porque es de día
Porque el caramelo es dulce
Flor de espuma
Burbuja
Círculo de agua
Ciruela mía.

Oro en silencio
Y te quiero
Pedacito de tortilla
Corazón de bistec,
Me quieres
Que es lo mismo,
Silencio de bebe.

Hablemos de mama
De los volcanes
Del fuego
Del cielo
De nacimiento y muerte,
Luego cantemos
Muralla infinita
Leche tibia
Cama de tela
Arrullo
Ladrillos de mi escuela.

Hablemos de mama
Entonces de creer
De tener fe
De llorar
De no se qué
Pero llorar y nadar.

Digamos su nombre
Que no es reina
Ni virgen
Ni estela,
Se llama abraso
Descanso
Como olor lánguido
De tierra mojada.

Forjémonos asuntos
Rebusquemos la vida
Crucemos las piernas
Y prendamonos lumbre,
Y de tanto en tanto
Ya cansados
Ya espantados
Ante la complicación
Levantemos la mirada.
Quiero hablar de mi madre.

Yo digo su angustia
Por que soy su angustia
Hecha carne,
Y ella no dice nada
Porque no recita
Ni es materia.
Es transparente.

Guardo sus dos ojos
Y su pelo de coral
En un cofre
Siempre abierto
Hecho cuerpo.

Hablemos de ti
De que te quiero tanto
Que lloro,
De que quiero el mundo,
Que amo,
De que juego con las flores
Y sus aguas,
De que acaricio a las bestias
Y me enamoro de la luna,
Y que amo con las manos
Que es lo mismo que quererte.

Te hablo a ti,
Mama de barro
De mi hermano,
Mientras te sientas
Junto a mí
Con tu desvelo
A cuidar mí sueño.

Te digo que no te olvido
Que me reinventas
Que me recreas
Con tus pechos místicos.

Ahora que abro los ojos
Y conozco a papa
A la familia “árbol verde”
A la abuela “reboso”
Tus huaraches y tus palabras,
Sin saber de quererte
Te amo, te respiro, te vivo.

Ahora que conozco al mundo,
Conozco el beso
Me besas
Y siento que es bueno.

Hoy que crezco
Que sé más de las cosas
Pero que menos comprendo de todo,
Te necesito igual
Que en ese primer beso
Cuando aun me sostenía
Aquel cordoncito de madera.

sábado, 23 de enero de 2010

Renovándome

Ni soy tan malo como creí
Ni soy tan bueno como pensaba
Y aunque vigilen los fantasmas
Desde niño ya jugaba,
Amaba esta cosa rara
Aquello extraño
Que mi mundo iluminaba
Y cantaba
No sé qué canciones
Que mi oído acostumbraba
Oír la voz de Dios que me arrullaba,
Gozaba la tierra en mis manos
En la maleza
Flor del canto tierna
Luna llena iluminada.

Las florecitas del patio

Que hermosas las florecitas
Que en el cielo van creciendo
Se alimentan de lo malo
De manera que a la tierra limpien
La rectifiquen y purifiquen.
En el patio hay un pedazo
Que en un rincón va cayendo
Se sumerge en un lento sueño
Y entonces ya no tiene esto
Pues va muriendo
-estúpido desmantelamiento- .
Lo verde se levanta como centinela
Alzando la tierra sin cercos
Forjo este espacio llano y libre
Que ahora aniquilamos lentamente
-Dios vacio del asfalto-
-Corazón piedra sangrando-.

Voltea

Descubro instantes
Albergo esperanzas
Alabanza de las plantas
Reflejos perpetuos
Descubro mundos nuevos
No estoy imaginando
Estoy despierto, vivo.

No lo niego
A veces de sombras me prendo
Me pierdo
Concatenando oscuridades
Palpitares, diablo desierto,
Y me figuro como rio
Profundo como el viento
Debajo de la tierra
Ensombrezco, menguo,
Llamas, oscuridad,
Me pierdo.

Digo que me encuentro
Que me restablezco
En la oscuridad
Ojos del alma
Polvo circular.

Hay días en que deseo
Echarme a llorar
Y no despertar
Hoja muerta, fragilidad
No por miedo ni cobardía
Abrazo a la melancolía
Como alegría fundamental
Esperar: esperanza
Antecesora labranza
Canto presubstancial
Me inmaculo en un sueño
Hálito de realidad.

Contento me despierto
Maravillado de presencia
Levanto mi cara al cielo
Desde el suelo sin ausencia
Amor de abuela, inocencia
Guerrero nuevo
Rey de estrellas
De almendras
¡Que no muera la esperanza!

La vida es seria
Pero es un juego
Risa eterna
¡No palidezcas!
El canto no termina
Si el cantar se vuelve piedra
Que yo no canto ni la maleza,
El humo se vuelve hierba,
Nadie está verdaderamente solo
No seas terco
-Voltea-
-Siente de cerca-.

viernes, 22 de enero de 2010

Nunca nada está tranquilo.

Nunca nada está tranquilo. Las cosas siempre están en movimiento, siempre cambiando. Los colores de mi cuarto están oscureciendo, el mundo se mueve lentamente, el sonido viene desde lejos como estruendo. Mientras yo no me mantengo parado, ni sentado, ni acostado, estoy como levitando, camino volando, y me acuesto como en nubes. Nunca nada está tranquilo. Los estereotipos, tipos estandarizados no son seguros, son efímeros, también oscurecen. Es fantasmagórico el hecho de buscar una base, un fundamento, una forma que imitar, una forma de sentir seguridad, porque nunca nada está tranquilo. No hay principio ni final, pues nada ha empezado, ni tampoco nada ha terminado. La vida es como un vuelo que nunca acaba y que nunca empieza. El hombre es un ser que quiere estar tranquilo, pero que no encuentra tranquilidad, sólo vacio. El futuro no existe, es un engaño, sólo existe el vacio que permite que podamos ocuparlo. Corro con el viento, duermo sobre el cielo, camino sobre el aire, sentado estoy levitando, y nunca estoy quieto. Miedo sólo tienen los que piensan que esto tiene un final, pero nunca nada está tranquilo. Miedo tienen los que piensan que están solos. Miedo tienen los que creen en la muerte. Miedo tienen los que se sienten desamparados u olvidados. La poesía de Galileo consistía en la impotencia de querer salvar su vida, porque la tierra sin embargo se movía, desde los siglos, desde siempre se mueve. Los conceptos por su parte intentan darnos seguridad, de apresar los significados, pero el significado se escapa de todo, como el agua de su cause. Nunca nadie esta preparado, nunca nadie esta seguro, y eso es esto, lo que le llamamos vida. Por eso estoy levitando sobre este piso, inventando metáforas que nunca digan nada, que sea como luz. Por eso me preparo, destiendo mi cama, me desabrocho el cinturón, me quito el casco y sueño ese sueño eterno que es la vida, porque nunca nada está tranquilo.

Bendita sea la rutina.

Tendré que regresar a la rutina de las horas lánguidas,
apartarme del ruido, privarme del tedio y de la risa.
Tendré a bien inmacular las noches, las páginas y los momentos.
Para vivir no basta solamente con respirar, moverse o caminar,
es necesario ir dejando rastros de carne por las azoteas,
por donde los sueños vuelan, por donde el frio no respira.
La vida es un esfuerzo más que vano, más que ufano;
donde no aguarda el comienzo y donde el final no cesa.
Iré de monte en monte, cantando, silbando,
con tal de abrazar estas manos que tanto piensan y que poco escriben.
Es necesario que "yo", Pepe, hombre, amigo, regrese a lo fundamental,
rescatar un poco de olvido, aquello que dicen es la eternidad.
Ir contándome historias que tengan tanto de fantasía como de orgías,
para enganchar mi ombligo a esta vida rara,
que no para por querer desfigurar mi cara y mis ganas.
Por eso no me rindo y exijo libertad,
sublevar de mí apenas un hálito de nobleza,
aunque sé bien, y nadie me lo diga,
que ha estas horas, en este cuarto se guarda un trozo de tristeza.
No pienso redimir las lejanas horas,
sólo quiero recordarlas, guardarlas en dos o tres metáforas
que no digan nada y que se queden calladas en calma,
que aguarden como dice que aguardan las calles empedradas,
por eso tendré que regresar a la rutina de mi cuarto.

jueves, 21 de enero de 2010

Mascaras del diablo.

Eso es el diablo
El que compartió el principio
El presente al omnipotente
Celoso y rencoroso
No descansa
Y busca entrada
Y entra, daña.

Es él mismo quien
Solo ha aprendido
Alejado de consejos sabios
De tiernas caricias
-Susurro que tiembla-
Sentido y resentido
Se ha forjado el mismo
Molesto
Solo ha aprendido.

Impulsado por sus ganas
Renacidas de ansias miedosas
Copia movimientos
Amita a las hojas
A los camaleones
También a las mariposas.

Y aunque su fuerza Es
Su naturaleza es la mentira
En la mediocridad de la apariencia
-Luciérnaga triste de día-

De polvo se viste a veces
Y vuela y barre
Espera desesperadamente
Espera,
Otras más
Se pone traje de humano
Disfraz atómico
Atenta y mata
Y sólo la lágrima
Honrada rescata
Al alma aterrada
Absurdamente engañada.

Él no se da cuenta
Pero es triste
Como rosa marchita
Como amargura maldita.

Y me busca
Se cuela por mi ventana
Por el lado de la mesa
Grita, corre en mi mente
Hace un desastre
¡Pobre inocente!

Mas nos se da cuenta
Y sale del mundo
Me topa
En leves miradas
Confusas e inmaduras,
Mas es él mismo nadie más
Quien trata de engañar
Y se engaña a sí mismo.

lunes, 11 de enero de 2010

Ir creciendo.

No contesto reclamos
Ni halagos de vidrio hago
Mas mantengo mi soberanía
De mis ansias y mis ganas
Ante el roce de miradas llanas.
Distraído en vanidades
Busco estilo propio en el viento
Mas mi padre agricultor dejó
Raíces invisibles:
Mis pies apuntalados de ellas están.

domingo, 10 de enero de 2010

La mañana, tierno día.

I
Amanecí
En un día calmo
Como la calma
De un día hermoso.

Los pájaros
Despiertan en leves cantos
Las entramadas raíces
De los árboles
Del día.

Se respira la gracia
Del despertar del pasto
Y como en cascada
Los bonitos recuerdos
Niño nostálgico.

II
Bendito sea el día
Que me despierta
De la tristeza fosca
Del dormir hecho rutina
Del misterio de la estancia.

Presencio
Diversos despertares
Como el de esta luz
Centella del guerrero
Triunfo de las plantas
Y del que ha inventado
Su cama por el mundo.

Yo despierto al día
Las cosas contentas
Saltan mojadas en sus ansias
Saludan y aman
A mi familia
A los menores
A todas mis generaciones.

III
Quiero abrazar
Bien fuerte al día
A la melancolía
Ensoñar en un sueño de luz
Fantasear
Llave impaciente,
¡Yo quiero ser el día!

La mañana,
Sus resplandores
No envidian,
Regalan la alternativa
A mi colonia y a su gente,
Y la colonia se prepara
Para amar esta esperanza.

IV
¡Quiero ser el día!
Unir corazones
Amanecer despertares
Dar esencia a la jabonadura
Remendar alfileres
Y dar vida a la escoba.

¡Quiero ser el día!
Esperar el humo de los camiones
Inundarme de risas
Niños de chocolate,
Abrazar a los perros
Y a sus dueños
Los pordioseros.

Quiero ser la mañana
Abrir horizontes celestes
Dar filo al machete
Y asiento a la banca.

V
¡Ya no puedo ser el día!
Se me baja el sueño
Me convierto en hombre,
Sólo quiero amarlo:
Pasar el resto de la vida
Con esta tierna agonía
De querer ser el día.

jueves, 7 de enero de 2010

Quiero gritar, quiero hablar, al menos susurrar: no puedo gritar, no puedo hablar ni susurrar.

Siento la nostalgia de mis manos
De mí mismo
Ensimismado en otras cosas
Ultraje distinto
La sangre no es distinta, es roja,
Quizás ya los brazos que vengan
Los de mi madre
Que son simples
Sin miedo pero verdaderos
Los de un elefante.

O es la propia noche
La que ella nadie más
Juega como niña escondida
Como perdida en altamar
Se asoma, levanto mi palpitar.

En realidad no se qué decir
Serán las letras o mis manos
Rodajas de agua que caen
Vivir, es mucho más.

Lúgubres son las focas
O es que invento sirenas
De las que callan pero que cuelan
Un sonido bajo, llano,
Que mi espíritu aprieta con las manos.

Yo no soy feliz
Lo digo
¡No-soy-feliz!
Ni de poco ni de tantito
Que de tanto en tantito
Mi abuelito se calló
Se mato sin darse cuenta
Por eso digo
Que no quiero ser feliz
Pero no entienden
No juego ni acostumbro jugar con la existencia.

No es simple ni es juego
Es al ratón vaquero
El que sacó sus pistolas
Se quedó a solas
Y tuvo miedo
De mojarse con unas gotas
Que parecían aguacero.

Yo no escribo pero creo
Que los muertos queman sus camas
Cuando no puedo hablar
Y me muero en silencio
Me bato a duelo
Con la patita
Que me gana y me arrastra
Antes de ir al mercado
Antes de comprar el mandado.

Esto no puede quedar así
Reniego
No busco calma en el momento
Sino amor desde que nazco, a destiempo
En el infinito movimiento,
Yo no estoy contento
Si hay que vivir lo acepto
Pero nada acaba
Sólo sigue creciendo,
Todo esto remite a más
Pues nada nunca
Desde los siglos de los siglos
Esta en paz.